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Keiko es nuestra Trump

Y para evitarla, Acción Popular, Frente Amplio y Peruanos por el Kambio tendrán que sentarse a negociar. Les guste o no

Publicado: 2016-03-15

¿Keiko es nuestra qué? Sí, creo que no me falta razón. El viernes 11, tanto en Lima como en Chicago, miles de manifestantes protestaron contra los candidatos de la extrema derecha de ambos países: Keiko Fujimori y Donald Trump.

Pero, ¿qué me lleva a afirmar que el fujimorismo representa una tendencia de extrema derecha? ¿Son acaso xenófobos o racistas? ¿Son belicistas y no creen en la negociación con los adversarios? ¿Estigmatizan a todo aquel que les cuestione? La respuesta es afirmativa. Si hay un movimiento latinoamericano que se parece mucho al fujimorismo, es el uribismo. A través del aniquilamiento de los"falsos positivos", o sea, inocentes acusados de terroristas, el gobierno de Álvaro Uribe llevó a cabo una guerra sucia, un método que fue rectificado y posteriormente condenado por su sucesor, Juan Manuel Santos, con el fin de establecer un acuerdo de paz con las FARC, el cual se estaría firmando dentro de uno o dos meses, y será ratificado o no por los colombianos mediante plebiscito.

"Pero no son racistas, mucha gente del pueblo los apoya, los comedores populares y los clubes de madres están con Keiko", me responderán muchos. Pero el caudal político de Pinochet también estuvo en grupos de extrema pobreza. Y yendo un poco lejos, la mayoría de los fans de Donald Trump, si bien son blancos en su mayoría, todos se han visto empobrecidos por la recesión y han culpado de sus problemas a las altas tasas de migración hispana. ¿Pero cómo expresa el fujimorismo su fobia hacia lo externo? Mediante las esterilizaciones forzadas, que fueron una política racista que evitaba que las mujeres del ande se reproduzcan. A través de las campañas de odio contra Baruch Ivcher y Mario Vargas Llosa, a quienes por oponerse al fujimorismo los tildaron de "judío" y "español", como si tener doble nacionalidad fuera una tara, un pecado. Así se expresó durante mucho tiempo el espíritu "nacionalista" del fujimorismo. Y no olvidemos por cierto que el régimen de Montesinos fue el que privatizó las playas del sur para las clases más pudientes, y el que facilitó un sistema de transporte urbano decadente para los más humildes, como si ellos se merecieran una mala calidad de atención y de servicio.

Pero, más allá de ejercicios de memoria y de diagnósticos, la misión hoy por hoy es saber cómo enfrentar al fujimorismo en segunda vuelta. Y si vamos a entrar en polémicas baratas, como que si el sobrino de Nancy Gilvonio es terrorista o si Barnechea odia a las clases populares por un incidente con un simpatizante de Jauja, poco podemos construir y ganar. Incluso me atrevería a decir que el antifujimorismo debería comenzar a tomar a Pedro Pablo Kuczynski como aliado, pese a que en la última elección él apostó por el partido naranja. ¿Pero por qué creerle ahora? Porque en 2013 apoyó el NO a la revocatoria, y porque, según las últimas encuestas, una alianza fujialanista podría incluso tener la mayoría absoluta del parlamento.

No votaré ni por Kuzcynzki ni por Mendoza. El primero representa un modelo económico que si bien ha generado crecimiento y empleo, no ha empoderado lo suficiente a las clases medias. Y Mendoza, cuya candidatura me parece respetable y su equipo económico debería ser partícipe en mayor o menor medida de un régimen de coalición paniagüista, citando a Levitsky, no ha condenado con la fuerza debida los atropellos del gobierno venezolano, pese a que muchos dentro de dicho frente se oponen a Nicolás Maduro. Pero si algo comparten tanto Peruanos por el Kambio, Acción Popular y el Frente Amplio es la apuesta en sus planes de gobierno por la diversidad sexual y de género y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, entre otros derechos civiles y personales

Pero si queremos una Concertación como la que existe en Chile, o la que pudo existir en España si Podemos no se oponía a formar gobierno con Pedro Sánchez, debemos pedirle a Vitocho García Belaúnde que deje de lado los ataques macartistas y los cuestionamientos a la CVR, que hizo bien al responsabilizar políticamente al gobierno de Belaúnde de masacres como la de Putis y Uchuraccay. Y al equipo de Mendoza, tomar distancia de gente como Peter Cardenas, que si bien ya cumplió su condena, y tiene derecho a expresar sus posiciones partidarias, podría hacer creer al común de los peruanos que un apoyo a Verónika Mendoza es un apoyo implícito a los emerretistas. Y en cuanto a PPK, desmarcarse todo lo que pueda del fujiaprismo que tanto apoyó en el pasado reciente. Porque la oposición a la coalición paniagüista, déjenme decirles, es el fujiaprismo. Mucho cuidado, porque esa película ya la vimos hace cinco años.


Escrito por

eduperu

Eduardo Quintanilla Gamboa: 25 años aguantando al mundo.


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